El edificio de planta rectangular y mampostería revocada que lo alojaba se ha rehabilitado y convertido en un centro social para uso y disfrute de los habitantes de Yécora. En él se puede contemplar la antigua maquinaria encargada de convertir las olivas en aceite.

Se conserva un arriendo municipal del año 1807 en el que se muestra el funcionamiento del trujal de Yécora, de sus aperos y maquinaria. En ese documento se especifica que “tienen preferencia los vecinos de Yécora sobreel resto de los posibles clientes. Si el rematante no respeta esta indicación,incurrirá en una pena de quince pesetas”. Se describe igualmente el funcionamiento de toda la maquinaria. Se especifica, por ejemplo, que “es a cargo del rematante la leña que sea necesaria cuando se extraiga el aceite del depósito llamado infierno del trujal”.

Según un informe de la Sociedad de Estudios Vascos –Eusko Ikaskuntza, antiguamente había trujales en todos los pueblos de la Rioja Alavesa pero, a mediados del siglo XX se arrancaron a favor del cereal y de la vid. En estos momentos se están haciendo grandes esfuerzos por recuperar el olivo y su actividad.

El uso de los trujales en esta zona se remonta, al menos, a la Edad Media, cuando los agricultores de la Rioja Alavesa acudían cada año –durante los meses de diciembre y enero- a prensar la oliva al trujal. En proporción a la cantidad de olivas que depositaban, recibían después su equivalente en aceite virgen. El proceso era el siguiente: se trituraba la oliva mediante rulos troncocónicos; la pasta resultante se depositaba en capachos de esparto y se sometía después a la prensa hidráulica. El resultado era una brillante cascada dorada que se clarificaba luego en el depósito por decantación natural.

 

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